Hace unos días, en una
conversación con mi abuela, me contaba que cuando era joven iba a
casa de una vecina a ver la televisión, era la única que tenía una
en el barrio. El primer día, medio barrio fue a su casa para verla, la dueña los había convocado en su casa en plan
inauguración, pero no para ver que daban en la tele (ni
siquiera la había enchufado) sino para ver el aparato en si. También
me contó, que uno de los primeros días que veía un programa en el aparatejo, de repente,
vio una imagen en la que llovía y lo primero que pensó fue, tengo
los calzoncillos de Rodrigo (mi abuelo) tendidos y salió corriendo
para recogerlos.
Aunque algo menos
ingenuos, gracias a la cantidad de información de la que disponemos
vía internet sobre todo, estamos reaccionando de la misma manera a
los avances tecnológicos que nos están llegando, cuando seamos
viejecitos, les contaremos a nuestros nietos que un día nos
compramos un iPhone y creímos ser fotógrafos, que nos hicimos un
blog y creímos ser periodistas, que abrimos una cuenta en Facebook y
creímos tener miles de amigos, os lo aseguro, entonces en la cara de
nuestros nietos se dibujará una sonrisa de indulgencia, igual que la
que a mi se me dibujó al escuchar a mi abuela.
Cuando nació la Televisión todos creían que el
fotoperiodismo desaparecería, ahora se dice que internet es el
verdugo de la prensa, sinceramente, no creo que esto ocurra, creo que
estamos en un momento de cambio, en el que tendremos que
luchar mucho para convencer al consumidor de noticias de que nos sigue
necesitando. En cualquier caso, soy de los que piensa que el fotoperiodismo y el periodismo en si mismos, no están en crisis, los que lo están son los medios de comunicación tradicionales, lo que repercute en nuestro bolsillo y a la larga en nuestra capacidad para contar historias, pero estoy convencido de que encontraremos un camino.
Volviendo a la tecnología, para el que crea un hito
histórico la portada de NYT del jugador de beisbol hecha con iPhone
e Instagram, ya en 2010 hubo una portada hecha con este juguete, también por un profesional que supo sacarle partido.